domingo, 26 de junio de 2011

independencia de mexico etapa de resistencia

Después de la muerte de Morelos, los grupos insurgentes lucharon de manera aislada; aproximadamente veinte mil rebeldes continuaron en pie de lucha.[249] Las fuerzas más disciplinadas de los insurgentes se encontraban distribuidas de la manera siguiente: Manuel Mier y Terán en Tehuacán, Guadalupe Victoria en Puente de Rey, Juan Francisco Osorno en Zacatlán y los llanos de Apan, cada uno de ellos contaba con dos mil hombres; los hermanos Ignacio y Ramón López Rayón operaban con setecientos hombres en el cerro del Cóporo; en el sur Nicolás Bravo, Julián de Ávila y Pablo Galeana comandaban ochocientos hombres; mientras que Vicente Guerrero en la Sierra Madre del Sur, Ramón Sesma en Silacayoapan y Juan del Carmen en la zona de la Mixteca baja contaban con quinientos; en la Lago de Chapala persistían ochocientos hombres bajo los mandos de José Santana, Encarnación Rosas y del padre Marcos Castellanos; en Michoacán, Manuel Muñiz, Garza y Correa contaban con cuatro mil hombres; el presbítero José Antonio Torres (homónimo del insurgente que había tomado Guadalajara en 1810 y muerto en 1811) tenía reclutados ochocientos hombres en El Bajío; Víctor Rosales operó en Zacatecas con trescientos hombres.[250] Adicionalmente comenzaron a destacar Pedro Moreno que se estableció en el cerro del Sombrero cerca de León, Patricio López en Santa Gertrudis, José Antonio Couto en las Cumbres de Maltrata, el doctor Ignacio Couto en el cerro Palmillas, Melchor Múzquiz en Monte Blanco, José María Villapinto en Boquilla de Piedras, y Pedro Ascencio junto con el cura José Manuel Izquierdo en el Cerro Goleta.[249]
Durante esta etapa, el caudillo español Francisco Xavier Mina, de ideología liberal, organizó desde los Estados Unidos una expedición con trescientos hombres para apoyar la lucha de los independentistas, pues su objetivo personal era luchar contra el régimen absolutista de Fernando VII. Mina era un navarro que había luchado en su país y puesto en práctica la guerrilla en la región de los Pirineos en contra del absolutismo de la Corona española, huido a Francia y después a Inglaterra, donde conoció a Servando Teresa de Mier. Fue el fraile dominico quien lo entusiasmó respecto de la lucha por la emancipación de la Nueva España. Finalmente viajó a los Estados Unidos, desde donde se había embarcado para combatir del lado de los insurgentes novohispanos, entrando al país por la costa de Tampico.
Mientras los efectivos insurgentes habían disminuido considerablemente, en ese estado de cosas, las fuerzas realistas superaban los cuarenta mil efectivos. En la División de México el propio virrey Félix María Calleja contaba con dos mil seiscientos hombres; el coronel Manuel de la Concha en Apan tenía mil quinientos diez, el coronel Alejandro Álvarez de Güitán en la sección de Huejutla ciento cincuenta y uno; el brigadier Ciriaco del Llano en el Ejército del Sur contaba con seis mil seiscientos noventa y nueve; el mariscal de campo José Dávila en la División de Veracruz tenía seis mil cuatrocientos ochenta y dos; para la defensa de convoyes, el coronel Francisco Hevia contaba con novecientos sesenta y ocho; el coronel Cosme de Urquiola en la Isla del Carmen tenía trescientos treinta y nueve; el coronel José Gabriel de Armijo en la División de Acapulco contaba con dos mil seiscientos cincuenta y un efectivos; en Toluca, el teniente coronel Nicolás Gutiérrez tenía doscientos ochenta y dos; en Ixtlahuaca el coronel Matías Martín y Aguirre, setecientos ochenta y siete; en Tula, el coronel Cristóbal Ordóñez, ochocientos ochenta y ocho; en Querétaro, el brigadier Ignacio García Rebollo, novecientos noventa y uno; el Ejército del Norte comandado por el coronel José Castro, tres mil ochocientos tres; el Ejército de Reserva del mariscal de campo José de la Cruz contaba con tres mil trescientos sesenta y tres; la División de las Provincias Internas de Oriente al mando del brigadier Joaquín Arredondo, tres mil novecientos ochenta y siete; la División de las Provincias Internas de Occidente al mando de mariscal de campo Bonavia, doscientos setenta y nueve; en la Antigua California, el capitán Argüello contaba con ciento nueve y en Nueva California el teniente coronel Pablo Sola tenía tres mil seiscientos cinco hombres. A esta fuerza, se debía agregar un número de realistas indeterminado que se encontraban en pueblos pequeños.

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